This is a translated article originally written as part of 1000L’s Forbes BrandVoice series. Read the English version here.
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Ah, los aguacates: Desde la guarnición de las tostadas de los Millenials hasta el maridaje perfecto de los chips de tortilla, es imposible ignorar su creciente demanda. Sólo el domingo del Super Bowl, los estadounidenses consumen casi 80 millones de kilos de aguacate. Si bien el guacamole puede ser una opción habitual en tu rotación de dips, enfrentarte a sus implicaciones medioambientales y económicas puede ser más difícil de digerir.
“Los costes invisibles del cultivo del aguacate, como el agotamiento del agua y la rápida
deforestación, son asumidos por los pequeños productores. Estos costos tienen un impacto
significativo en la viabilidad de sus negocios, especialmente cuando no se reflejan en el precio
pagado por los consumidores”, dijo Santiago Machado, director nacional para paisajes
sustentables en México de Rainforest Alliance, una organización sin fines de lucro centrada en ayudar a las empresas a ser más sustentables. RA es socio de la iniciativa Mil paisajes para mil millones de personas (1000P), una colaboración global que apoya el desarrollo y la conservación rurales sustentables.
El estado de Jalisco es el segundo mayor exportador de aguacate de México, y la tala
incontrolada de sus tierras forestales para satisfacer la demanda de aguacates del mercado ha
afectado gravemente la calidad del suelo y el agua de la región, amenazando en última instancia la sustentabilidad del mismo producto que los agricultores se apresuran a cultivar. El desarrollo de huertos de aguacate resultó en al menos 12,744 acres de deforestación en Jalisco entre 2017 y 2022.
Los esfuerzos para mitigar este círculo vicioso dentro del paisaje de la Sierra de Tapalpa del
estado, una región geográfica, cultural y biológicamente rica que abarca casi 80,000 millas
cuadradas, han sido nobles. Las asociaciones público-privadas con grandes empresas agrícolas han financiado exitosamente los esfuerzos de reforestación, y las explotaciones agroindustriales más establecidas pueden acceder a préstamos bancarios para apoyar las inversiones en sistemas de riego por goteo que ayudan a conservar el agua. Pero este tipo de financiación sólo suele concederse a quienes cumplen los estrictos criterios establecidos por los bancos y otras fuentes de financiación reacias al riesgo. Defensores como Machado afirman que los pequeños y medianos productores deben formar parte de la ecuación para garantizar el futuro de este paisaje. Pero sin acceso a la financiación, un futuro sustentable sigue estando fuera del alcance de los agricultores más rurales de la región.
“Hay pequeños agricultores que hacen todo lo posible por promover prácticas sustentables, pero para pasar de un sistema convencional a otro más sustentable se necesitan inversiones”, afirma Machado. “Para los productores pequeños y medianos, el camino para conseguir esas inversiones es más difícil que para las explotaciones agroindustriales”.
Permitir que estos productores gestionen sus huertos de forma más sustentable podría tener un impacto enorme. Hay más de 34.000 productores de aguacate en México, la mayoría de los cuales cultivan en cinco acres o menos.
Con datos, la sustentabilidad se convierte en una mejor inversión
Desde 2019, Machado y su colega Gustavo Rojas han estado trabajando en la Sierra de Tapalpa para reunir a sus comunidades en torno a una visión compartida: viabilidad económica, ecológica y cultural a largo plazo para su paisaje. A pesar de depender de muchos de los mismos recursos, estos grupos a menudo operan por separado unos de otros, priorizando sus propios intereses sin considerar los respectivos impactos en el paisaje en su conjunto.
Para hacer realidad esta visión, las partes interesadas locales, regionales y nacionales colaboraron para formar el Comité Local LandScale de Sierra de Tapalpa, una floreciente colaboración de agricultores, organismos gubernamentales e instituciones académicas comprometidos con lograr un cambio a largo plazo para su región. A finales de 2020, el grupo, conocido como una alianza de paisaje, comenzó a emplear una herramienta llamada LandScale para llevar a cabo una evaluación de referencia de la salud ecológica, social y económica de su paisaje.
La evaluación incluía datos sobre la gobernanza, el estado actual de la coordinación entre sectores, los esfuerzos para proteger y preservar los ecosistemas y la biodiversidad existentes, y el potencial de producción y el valor de las tierras agrícolas. Una conclusión destacada: Para garantizar la sustentabilidad a largo plazo de este paisaje diverso, es esencial un equilibrio en la inversión entre los agentes agrícolas rurales e industriales.
Según Rojas, el paisaje ya contaba con todos los ingredientes necesarios para atraer inversiones significativas para apoyar los pequeños agricultores. Pero el eslabón que faltaba era la financiación inicial. La financiación de las agencias de desarrollo y las subvenciones del gobierno están disponibles hasta cierto punto, pero a menudo son para artículos específicos: un tractor, un sistema de riego o una hectárea más de tierra. Para mover realmente la aguja, dice Rojas, los financiadores deben dar prioridad a las inversiones de capacitación que impulsen la capacidad técnica y fundacional de los agricultores para operar exitosamente y de forma sustentable.
Un paisaje maduro para el cambio
La asociación Sierra de Tapalpa llevó a cabo una evaluación de la financiación del paisaje diseñada por la iniciativa 1000P para situar al paisaje en una mejor posición para conseguir ese tipo de financiación. La combinación de ese trabajo con los datos recopilados por LandScale reveló una gran cantidad de oportunidades potenciales de financiación. Estos sofisticados análisis ayudaron a la asociación a identificar las acciones de mayor impacto para capacitar a los pequeños y medianos productores, desde el agave (¡hola, tequila!) y las bayas hasta nuestros queridos aguacates. A partir de esta información, la asociación elaboró un plan de acción detallado que incluía un portafolio de posibles proyectos que, de financiarse, podrían contribuir significativamente a una agricultura más sustentable a nivel paisaje.
“Con los datos recopilados, podemos ver el rendimiento del paisaje a largo plazo. A través de esta recopilación de datos, vimos que algunos agentes ya estaban tomando medidas para mejorar la sustentabilidad de sus tierras”, dijo Rojas. “Pero todos, por supuesto, querían saber: ¿Qué gano yo?”.
Con el apoyo del equipo de innovaciones financieras de 1000P y de LandScale, Rojas está trabajando con la alianza del paisaje para responder a esa pregunta. Al diseñar un portafolio de declaraciones de sustentabilidad a partir de los datos recopilados, los agricultores pueden cuantificar sus esfuerzos y aprovechar esas cifras para solicitar financiación que antes estaba fuera de su alcance.
Allanar el camino hacia el éxito
Aunque la fase inicial de recopilación de datos ha concluido, la información de referencia recogida en la evaluación del paisaje servirá de trampolín para establecer nuevas estrategias de financiación que apoyen a los agricultores de todo el espectro agrícola.
Un fondo empresarial conjunto coordinado a través de las iniciativas financieras BIOFIN y Fojal ya ha puesto al menos 18 proyectos en el camino del éxito. Según Machado, se trata de un logro especialmente significativo porque los proyectos seleccionados procedían de la cartera que los propios interesados habían reunido. “Fue una alegría especial”, dijo, “porque no era el portafolio de alguien de fuera. Pertenecía a la gente de la Sierra de Tapalpa”.